Aparentemente una de las patologías de las sociedades modernas es la despersonificación de los individuos que la componen. Descontento, malestar, insatisfacción caracteriza a gran parte de la población y los relega a ser espectadores de la realidad subjetiva en la que viven.
Los bebés nacen y al año deben saber tres idiomas. No hay juguete que los conforme, siempre hay uno nuevo que puede proporcionar esos 15 minutos de satisfacción que luego otro deberá suplir. La tecnología consume gran parte de su tiempo. La calle, el club, manualidades, lectura, no son de su preferencia. Crecen. Las instituciones y la sociedad misma fomentan este fenómeno. Las personas son en función de lo que tienen. En la adolescencia se ve en cuanto al teléfono que se puede comprar, la notebook, el iPad, el BlackBerry, el auto, la casa de fin de semana, el yate, todo es superficial, superfluo, sin contenido. Las personas son en función de lo que hacen. Idiomas, deportes, salidas nocturnas, relaciones poco profundas. En la adultez temprana entra en juego lo laboral y a qué institución, organización, empresa uno pertenece y los cargos que tiene. Desarrollo profesional, sueldo jugoso en una empresa, se forma una familia, se acelera el proceso de despersonificación.
Todo apunta a mantener un nivel de vida vacío de sensaciones y sentidos. Las cosas tienen el poder. Lo que tenemos y lo que hacemos define quiénes somos. Los principios y los valores más básicos se encuentran en jaque. Las personas de esta sociedad moderna se quejan, se deprimen y responsabilizan al estado, a la economía, a sus padres, al vecino, de cualquier acontecimiento no fortuito. La atadura a las cosas los ha dejado sin personalidad propia, actitud, poder de decisión. Cuán difícil es encontrar personas auténticas en la actualidad! Son pocas las que se animan a vivir, experimentar, equivocarse, crecer, creer y desafiar el status quo.
Lo antes dicho no es más que el resultado del modelo económico reinante. El capitalismo ha llevado a que los individuos compren etiquetas para poner en su persona para crear su identidad. “Tengo un BMW, soy Licenciado, viaje 5 veces a Europa…”. Las cosas dominan. Cuando se le pregunta a alguien que quiere ser la respuesta gira en torno a esto. “Quiero ser ingeniero, tener una empresa, una casa grande.” Esta es la respuesta a que se quiere hacer o tener, nada tiene que ver con el ser… Es la necesidad de tener la que compromete hoy los recursos naturales de nuestro planeta, las personas se evalúan en función de esto, la gente es desdichada por lo que puede o no puede tener o hacer…
El rol de los agentes de cambio en la actualidad es darle poder a las personas. Devolverles el poder de decisión. La felicidad tiene que ver con ser protagonistas de nuestras propias vidas, las sensaciones, los sentidos, las sutilezas de la vida. Sólo aquellos que realmente pueden observar un atardecer y disfrutarlo pueden entender esto que escribo. ¿Cuántos no ven un atardecer en años? ¿Cuántos no se detienen a ver a sus hijos crecer? ¿Cuántos tienen y no disfrutan? Al fin y al cabo lo que uno tiene no lo hace feliz. ¿No es paradójico vivir una vida entera preocupado por tener cada vez más de algo que no nos llena? Pero claro… Es entendible, no hay tiempo ni dinero para poder hacer esas cosas tan simples como ir al parque, tomar un helado con los hijos, hablar con la pareja, comprar un pororó, viajar en carpa, leer un libro, ver las hojas caer en otoño… prestar atención al aquí y al ahora…
Ser feliz es una elección de vida, una decisión que trasciende completamente el tener… La pregunta es ¿por qué no? El poder esta en la decisión, sé libre de hacerlo, nadie lo va a hacer por vos y las cosas nunca van a satisfacer un vacío existencial. Comenzá a preguntarte… ¿Qué estoy haciendo hoy para sentirme pleno? ¿Qué me detiene? ¿Lo que me detiene es realmente un impedimento? Si lo fuera, ¿qué otra alternativa tengo? ¿Cómo voy a hacer para hacerlo más adelante? Las respuestas de alguna manera u otra llevan a la acción y a tomar decisiones. Cualquiera que tomen, no duden nunca.
Fuente: Guido's Spot
Los bebés nacen y al año deben saber tres idiomas. No hay juguete que los conforme, siempre hay uno nuevo que puede proporcionar esos 15 minutos de satisfacción que luego otro deberá suplir. La tecnología consume gran parte de su tiempo. La calle, el club, manualidades, lectura, no son de su preferencia. Crecen. Las instituciones y la sociedad misma fomentan este fenómeno. Las personas son en función de lo que tienen. En la adolescencia se ve en cuanto al teléfono que se puede comprar, la notebook, el iPad, el BlackBerry, el auto, la casa de fin de semana, el yate, todo es superficial, superfluo, sin contenido. Las personas son en función de lo que hacen. Idiomas, deportes, salidas nocturnas, relaciones poco profundas. En la adultez temprana entra en juego lo laboral y a qué institución, organización, empresa uno pertenece y los cargos que tiene. Desarrollo profesional, sueldo jugoso en una empresa, se forma una familia, se acelera el proceso de despersonificación.
Todo apunta a mantener un nivel de vida vacío de sensaciones y sentidos. Las cosas tienen el poder. Lo que tenemos y lo que hacemos define quiénes somos. Los principios y los valores más básicos se encuentran en jaque. Las personas de esta sociedad moderna se quejan, se deprimen y responsabilizan al estado, a la economía, a sus padres, al vecino, de cualquier acontecimiento no fortuito. La atadura a las cosas los ha dejado sin personalidad propia, actitud, poder de decisión. Cuán difícil es encontrar personas auténticas en la actualidad! Son pocas las que se animan a vivir, experimentar, equivocarse, crecer, creer y desafiar el status quo.
Lo antes dicho no es más que el resultado del modelo económico reinante. El capitalismo ha llevado a que los individuos compren etiquetas para poner en su persona para crear su identidad. “Tengo un BMW, soy Licenciado, viaje 5 veces a Europa…”. Las cosas dominan. Cuando se le pregunta a alguien que quiere ser la respuesta gira en torno a esto. “Quiero ser ingeniero, tener una empresa, una casa grande.” Esta es la respuesta a que se quiere hacer o tener, nada tiene que ver con el ser… Es la necesidad de tener la que compromete hoy los recursos naturales de nuestro planeta, las personas se evalúan en función de esto, la gente es desdichada por lo que puede o no puede tener o hacer…
El rol de los agentes de cambio en la actualidad es darle poder a las personas. Devolverles el poder de decisión. La felicidad tiene que ver con ser protagonistas de nuestras propias vidas, las sensaciones, los sentidos, las sutilezas de la vida. Sólo aquellos que realmente pueden observar un atardecer y disfrutarlo pueden entender esto que escribo. ¿Cuántos no ven un atardecer en años? ¿Cuántos no se detienen a ver a sus hijos crecer? ¿Cuántos tienen y no disfrutan? Al fin y al cabo lo que uno tiene no lo hace feliz. ¿No es paradójico vivir una vida entera preocupado por tener cada vez más de algo que no nos llena? Pero claro… Es entendible, no hay tiempo ni dinero para poder hacer esas cosas tan simples como ir al parque, tomar un helado con los hijos, hablar con la pareja, comprar un pororó, viajar en carpa, leer un libro, ver las hojas caer en otoño… prestar atención al aquí y al ahora…
Ser feliz es una elección de vida, una decisión que trasciende completamente el tener… La pregunta es ¿por qué no? El poder esta en la decisión, sé libre de hacerlo, nadie lo va a hacer por vos y las cosas nunca van a satisfacer un vacío existencial. Comenzá a preguntarte… ¿Qué estoy haciendo hoy para sentirme pleno? ¿Qué me detiene? ¿Lo que me detiene es realmente un impedimento? Si lo fuera, ¿qué otra alternativa tengo? ¿Cómo voy a hacer para hacerlo más adelante? Las respuestas de alguna manera u otra llevan a la acción y a tomar decisiones. Cualquiera que tomen, no duden nunca.
Fuente: Guido's Spot